sábado, 25 de junio de 2016

Leonel Fernández optimista sobre su papel como emisario de la paz de Venezuela.


El ex presidente de la República Dominicana que está tratando de aliviar las tensiones en una Venezuela en crisis describe las propuestas negociaciones como nada menos que un intento de asegurar la paz en tiempos de guerra.

Al Sr. Fernández se le ha encargado liderar un “diálogo” económico entre el gobierno socialista de Venezuela y la oposición con el propósito de impedir que el país sufra un colapso que resulte en un estado fallido desgarrado por la rampante escasez de alimentos, el saqueo y la violencia.

Según la firma encuestadora Datanálisis, la escasez de alimentos en Caracas ha alcanzado un máximo histórico, con más del 80 por ciento de los productos de primera necesidad ausentes de los supermercados.

La semana pasada, las fuerzas de seguridad venezolanas detuvieron a unas 400 personas después de saqueos y disturbios ocasionados por la escasez de alimentos. Hay personas que han fallecido durante los disturbios, y el gobierno envió al ejército a la ciudad costera de Cumaná para mantener el orden.

El equipo del Sr. Fernández debe reunir a bandos opuestos que se ven mutuamente con un odio fomentado por las nociones marxistas de la guerra entre clases. Los venezolanos están haciendo cola para firmar una petición para revocar al presidente socialista Nicolás Maduro, y para convocar nuevas elecciones.

“Para que haya paz y respeto en Venezuela, las personas deberán encontrar una solución política negociada. Ésta es una lucha de poder entre dos paradigmas diferentes”, declaró el Sr. Fernández refiriéndose a la democracia liberal y a la revolución bolivariana socialista lanzada por Hugo Chávez, el predecesor del Sr. Maduro, a finales de la década de 1990. El Sr. Maduro indicó el martes que estaba a favor de las conversaciones porque “quiero paz”.

Aparte de poner fin al punto muerto político, las negociaciones intentan lograr un acuerdo acerca de las reformas económicas para frenar la caída de la deteriorada economía venezolana, la cual el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé se reduzca un 8 por ciento en 2016.

Un equipo dirigido por el centroizquierdista Sr. Fernández — el cual incluye al ex economista del Bank of America Francisco Rodríguez — propone unificar los numerosos tipos de cambio de Venezuela, entre otras medidas. El ex primer ministro español José Luis Rodríguez Zapatero y el ex presidente de Panamá Martín Torrijos también están presionando para que se conduzca un diálogo político respaldado por el secretario de Estado estadounidense John Kerry bajo el marco de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

“El principal problema es el abastecimiento de productos básicos”, comentó el Sr. Fernández. “Con una población que clama por el acceso a las necesidades básicas, el gobierno tiene que actuar con rapidez ... o la situación se agudizará”.

Ernesto Samper, el secretario general de la Unasur, comentó que si bien el estancamiento político necesita resolverse, “por encima de todo es el problema económico el que necesita solucionarse”.

Una de las propuestas provenientes del equipo económico del Sr. Fernández es la de una “tarjeta solidaridad” que se daría a cerca de 3 millones de venezolanos empobrecidos para comprar artículos de primera necesidad.

“Estas personas actualmente están recibiendo un subsidio indirecto que está anclado en el tipo de cambio. La idea es cambiar eso por un subsidio directo para el consumo, con el fin de que la gente puede comprar alimentos y medicinas”, agregó el Sr. Fernández. La tarjeta se financiará a través de un aumento progresivo de los altamente subsidiados precios del petróleo y de la electricidad.

La tarjeta contendría una cantidad equivalente a dos salarios mínimos — alrededor de US$30 al precio del mercado negro — y también estaría indexada a la inflación, la cual se pronostica que alcance un 481 por ciento en 2016. “Éstas son las primeras medidas de estabilización”, declaró el Sr. Fernández. “En el horizonte hay una reforma estructural de la economía, incluyendo una reestructuración de la deuda”.

Las conversaciones preliminares comenzaron este mes en Cap Cana en la República Dominicana, indicó el Sr. Fernández. Las propuestas económicas ya se le entregaron al Sr. Maduro. Sin embargo, es probable que algunas de las propuestas enfrenten una intensa resistencia interna por parte de las facciones socialistas radicales dentro de su gobierno.

Muchos en Venezuela, como Henrique Capriles — candidato presidencial en dos ocasiones y responsable de encabezar los esfuerzos para lograr un referéndum revocatorio con el propósito de deponer al Sr. Maduro — son escépticos de la voluntad del gobierno de establecer un diálogo. Los intentos anteriores han fracasado y han sido criticados como cortinas de humo, sobre todo después de los mortales disturbios en 2014.

“Lo que los ex presidentes están haciendo es llamando a un diálogo, pero aquí no hay diálogo. El mundo tiene que saber que en Venezuela no existe ningún proceso de diálogo”, argumentó el Sr. Capriles el lunes, a la vez que el consejo electoral, controlado por el gobierno, intenta obstaculizar el proceso del referéndum revocatorio.

Sus comentarios surgieron antes de una reunión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Washington esta semana durante la que se esperaba se considerara la posibilidad de suspender al país del organismo regional si se estimaba que el país había suspendido el orden democrático.

Arturo Valenzuela — subsecretario de Estado estadounidense durante el primer mandato de Barack Obama — teme que pueda ser demasiado tarde para un diálogo. El Sr. Valenzuela advierte que “la situación es tan crítica y tan tensa que, en ausencia de una respuesta mucho más enérgica y coordinada de las naciones clave, puede que estos esfuerzos ya hayan llegado demasiado tarde. Venezuela corre el riesgo de convertirse en un estado fallido”.

Pero para el Sr. Fernández, el caos actual de Venezuela “se tendrá que resolver a través de un diálogo constructivo que permita que ambas partes se reconozcan mutuamente y que luego haya una reconciliación, o habrá una confrontación permanente que conduzca a la carencia de gobernabilidad y a un estado de crisis permanente. Yo soy optimista. Creo que la razón siempre prevalece”.